iCub es un "conejillo de indias" aunque él no lo sepa. Se trata de un sofisticado
niño robot con el que un equipo de la Universidad Pompeu Fabra investiga la
relación entre cerebro y mente, y que es capaz de interpretar un
instrumento musical (el sintetizador reactable) y que en breve podrá incluso
componer.
Este pequeño androide de grandes ojos, de la altura de un niño de cuatro
años (y de 22 kilos de peso), que llegó a Barcelona en 2009, tiene una
veintena de "hermanos" repartidos por toda Europa y EEUU -cada uno
valorado en unos 300.000 euros- con los que se están llevando a cabo
diferentes experimentos, desde la destreza manual a la percepción del
entorno por medio de la vista o el oído.
iCub, diseñado por el consorcio internacional RobotCub, es la apuesta
estratégica de la UE por los denominados "sentient", la robótica del
futuro que podrá integrarse en la sociedad para mejorar la calidad de
vida de las personas, para lo que es esencial estimular sus "capacidades
emocionales".
En el caso del androide barcelonés, el único que hay en España (donde
llegó gracias a un concurso ganado por la UPF), el Grupo de
Investigación en Sistemas Sintéticos, Percepción, Emotivos y Cognitivos
(SPECS) dirigido por Pol Verschure está trabajando la interacción de
estos robots y los humanos dentro del proyecto europeo The Experimental
Android Assistant (EFFA).
El objetivo del equipo de la Pompeu Fabra es poder llegar a producir un
robot socialmente inteligente, profundizando en la comprensión de los
mecanismos neuronales a través de sistemas artificiales, con algoritmos
inspirados en los procesos biológicos.
En sus trabajos, el equipo ha hecho interactuar a iCub con el reactable,
un sintentizador musical con una superficie tangible, desarrollado por
otro equipo de la UPF y que ha sido utilizado por la cantante Bjork.
Para ello, han creado mecanismos inspirados en la biología para que el
robot pueda percibir y relacionarse con sus cuidadores humanos, con los
que habla en inglés, en un contexto de juegos cada vez más complejos,
que incorporan racionamiento, lenguaje y planificación, por medio de
este instrumento.
Gracias a estos sensores, iCub interactúa con sus entrenadores, a los
que pregunta dónde colocar sobre la pantalla del reactable las piezas
que simulan la melodía de diferentes instrumentos (batería, guitarra y
trompeta), que hacen variar la música que produce este sintetizador
según su ubicación.
El robot es capaz de entender lo que se le pide, coger las piezas
planificando, y para ello se le ha programado (su "cerebro" está formado
por 12 procesadores a los que está unido por un cable) para que sepa
asociar una palabra dicha en voz alta con una acción, en este caso para
tocar un instrumento, y más adelante para llegar a componer sus propias
piezas.
"Una hipótesis con la que trabajamos es que el cerebro se ha
desarrollado gracias al mundo social, por eso el objetivo es modular ese
cerebro social y entender cómo funciona a través del androide", señala
Verschure, para quien este ambicioso proyecto, que vincula neurociencia y
tecnología, tiene también unas implicaciones éticas, ya que en el fondo
busca conocer cómo funciona la conciencia a través de estos robots.
El director del proyecto señala que el reto a largo plazo es que en un
futuro, cuando la demografía y el envejecimiento de la población lo
requiera, estos humanoides tengan la movilidad y la conciencia
suficientes (el iCub barcelonés no camina) para poder atender
perfectamente a personas con alguna incapacidad física o mental, como el
Alzheimer.
El grupo de investigación de la UPF participa en el proyecto CA-RoboCom,
uno de los seis proyectos de Tecnología Emergente de Futuro que
compiten en el ámbito europeo, para, según sus resultados, convertirse
en uno de los programas emblemáticos "Flagship" en el entorno de las TIC
dotados con 100 millones de euros para la próxima década. (Fuente:
Diariodenavarra)
La Cueva Del Binario.